NO VIENE DE DIOS, VIENE DE LA LIBERTAD

Algunas personas, te adjudican, Dios Bueno, Compasivo y Misericordioso, la crueldad, la destrucción, y en estos momentos, esta pandemia que azota al mundo entero.
Y se atreven a decir que la enviaste para unificarnos a todos, para tocar nuestros corazones y que así volviéramos a Ti.
¿Cómo siendo el Bueno por Excelencia, podrías ensañarte de esa manera contra lo más preciado de tu creación?
¿Cómo siendo la Misericordia por Excelencia, destrozarías la vida únicamente para hacer un llamado a la conversión a Ti?
Tu Proyecto del Reino es la vida, no es la muerte; no es el castigo, es el perdón; no es el miedo, es la confianza; no es la angustia, es la paz.

¿Cómo pueden algunas personas decir que el mal viene de Ti, y que para corregirnos has enviado una pandemia de destrucción y muerte?

¿Serían capaces estar personas, que te adjudican semejante barbarie, destruir lo que ellas más aman?
¿Serían capaces estas personas de ensañarse con crueldad, en contra de quienes más aman, para darles una lección y cambien de vida?


Estoy seguro que no lo harían. Entonces, ¿por qué te adjudican, Dios Bueno y Misericordioso, tanta crueldad revestida de fe?
Quien diga que Tú has mandado esta pandemia, lamentablemente es porque no te conoce, y no ha logrado descubrir al Dios que tu Hijo nos reveló en su misericordia y perdón, en su compasión y ternura, salvando vidas, no condenándolas a la muerte, restituyendo corazones, no arrinconándolos en la angustia y la desesperación.
Tus maneras de proceder, para hacernos cambiar, no son las humanas, son las Divinas, tu manera es desde el amor, desde la empatía, desde la compasión y desde la misericordia.
Eso es lo que nos fue demostrando tu Hijo en cada encuentro, en cada palabra, en cada gesto, en cada mirada; todo lo contrario a lo que dicen algunos, que nos has enviado esta pandemia de muerte para que nos unamos, para que cambiemos, para que caigamos en cuenta de lo mal que hemos estado.
No puedo creer en un Dios contrario a la vida, porque esas son creencias humanas. Yo creo en un Dios que salva, en un Dios que rescata, en un Dios que transforma, en un Dios que dio la libertad y por ésa libertad, todo se mueve y se encamina por donde quiere.

Carlos Manuel Álvarez, S.J

Contribución a Amigo Universal

3 comentarios en “NO VIENE DE DIOS, VIENE DE LA LIBERTAD”

  1. Esperanza de Alas

    Muchas gracias por esta importante reflexión. En este tiempo en que personas de fe pueden pensar que esta pandemia ha sido enviada por Dios. Yo creo en un Dios todopoderoso y misericordioso que nos salva, sana y ama.

  2. Wilfredo González

    LOS clérigos que afirman tener la respuesta a esta cuestión suelen enseñar que el sufrimiento es castigo de Dios. Por ejemplo, unos días después del terremoto de Haití, un sacerdote de la capital dijo a sus feligreses que la catástrofe había sido un mensaje divino. Otras personas son menos dogmáticas. Según Elizabeth McAlister, profesora adjunta de Religión de Estados Unidos, muchos razonan así: “Por qué manda Dios estos desastres es un misterio que no nos corresponde a nosotros cuestionar. Nuestro deber consiste únicamente en tener fe”.

    Pero ¿es cierto eso de que Dios manda el sufrimiento? La Biblia contesta con un rotundo no. El sufrimiento no entraba en su propósito para el hombre. Lo que sucedió fue que nuestros primeros padres se rebelaron contra la autoridad divina y decidieron fijar sus propias normas sobre lo bueno y lo malo. Le dieron la espalda al Creador y pagaron las consecuencias. Hoy experimentamos los efectos de su mala decisión. Dios no es de ningún modo el causante del sufrimiento; de ahí que la Biblia instruya: “Al estar bajo prueba, que nadie diga: ‘Dios me somete a prueba’. Porque con cosas malas Dios no puede ser sometido a prueba, ni somete a prueba él mismo a nadie” (Santiago 1:13). Ningún ser humano está exento de sufrir, ni siquiera los que gozan del favor divino. Piense en los siguientes casos:

    El profeta Eliseo cayó enfermo de muerte (2 Reyes 13:14).

    El apóstol Pablo escribió que seguía “padeciendo hambre y también sed y estando escasamente [vestido] y siendo [maltratado] y estando sin hogar” (1 Corintios 4:11).

    El cristiano Epafrodito estaba enfermo y abatido (Filipenses 2:25, 26).

    En ninguna parte leemos que Dios estuviera castigando a estos tres hombres por sus pecados. Pero además de aclarar que él no es el culpable de nuestros padecimientos, la Biblia identifica tres factores básicos que sí lo son.

    La elección personal
    Alguien fumando
    “Cualquier cosa que el hombre esté sembrando, esto también segará.” (Gálatas 6:7.) Si una persona decide fumar, conducir con imprudencia o despilfarrar el dinero, ciertamente tiene una parte de responsabilidad por cualquier sufrimiento que experimente.

    También causan sufrimiento las decisiones egoístas de otras personas. Los hombres han perpetrado actos sumamente perturbadores, desde las atrocidades nazis hasta el abuso sexual infantil. Usando mal su libre albedrío, algunos ocasionan mucha aflicción a sus semejantes.

    La casualidad
    Un reloj
    En el siglo I se desplomó una gran torre en Jerusalén y mató a dieciocho personas. Aludiendo a las víctimas de ese suceso, Jesús preguntó: “¿Piensan que aquellos dieciocho que fueron aplastados por la torre de Siloé eran más culpables que todos los demás habitantes de Jerusalén? ¡Les digo que no!” (Lucas 13:4, 5, Nueva Versión Internacional). Él sabía que no habían muerto por castigo de Dios, y además conocía este pasaje de las Escrituras: “El tiempo y el suceso imprevisto les acaecen a todos” (Eclesiastés 9:11). Muchas desgracias ocurren por estar uno en el lugar equivocado en el momento equivocado. Pero también influye el error humano. Por ejemplo, los informes indican que el sufrimiento es mucho mayor cuando la gente pasa por alto las advertencias y cuando los edificios no se construyen para resistir terremotos y fenómenos meteorológicos. En estos casos, los sucesos imprevistos afectan a más personas, causando más sufrimiento.

    “El gobernante de este mundo”
    El mundo en la mano de alguien
    La Biblia afirma: “El mundo entero yace en el poder del inicuo” (Juan 12:31; 1 Juan 5:19). Ese inicuo es Satanás, una poderosa criatura espiritual a quien se llama el “gobernante de la autoridad del aire”, es decir, de la forma de pensar del mundo en general. El Diablo fomenta “el espíritu que ahora opera en los hijos de la desobediencia”, un espíritu de rebeldía contra Dios (Efesios 2:2). Hay delitos tan horripilantes —como el genocidio y el abuso sexual infantil— que a muchos les cuesta atribuirles un origen puramente humano.

    ¿Significa lo anterior que Dios es indiferente a nuestro sufrimiento? ¿O estará interesado en eliminarlo? ¿Podrá hacerlo?

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