EL PEQUEÑO PEZ
(microrrelato)
Anthony de Mello
“Usted perdone”, le dijo un pez a otro, “es usted más viejo y con más experiencia que yo y probablemente podrá usted ayudarme. Dígame: ¿Dónde puedo encontrar eso que llaman Océano? He estado buscándolo por todas partes, sin resultado”.
“El Océano”, respondió el viejo pez, “es donde estás ahora mismo”.
“¿Esto? Pero si esto no es más que agua… Lo que yo busco es el Océano”, replico el joven pez, totalmente decepcionado, mientras se marchaba nadando a buscar en otra parte”
La historia del Pequeño Pez 🐟 es una historia con un mensaje tan fácil pero, al mismo tiempo, tan difícil, y más difícil para aquellos que nos cuesta agradecer y disfrutar las bendiciones que ya tenemos ante nuestros ojos. Sin embargo, la primera vez que lo escuché de la voz de Anthony De Mello hace unos siete años, no logré comprender toda su profundidad, solamente fue durante los años siguientes. El pequeño pez “ve” que es una función biológica, el gran pez “mira”, lo que se hace con los ojos del alma.
A veces veo con los ojos físicos y no veo más allá de eso. A pesar que me he ejercitado para mirar con el corazón, es tan difícil mirar que, al rededor mío, hay un amplio océano lleno de vida, con refrescantes aguas, tenue luz que se refracta en los cardúmenes de peces y coloridos arrecifes de coral, olas de gran vitalidad, un mar con abundancia de alimentos y energía palpitante por doquier.
“Y, levantando los ojos al cielo, dio un gemido, y le dijo: «Effatá», que quiere decir: «¡Ábrete!» Se abrieron sus oídos y, al instante, se soltó la atadura (…)”
Mc 7:31-37
Jesús ya lo había dicho “Effatá” , Ábrete!!! Esta es la enseñanza original. Ábrete y mira… no puedes dejar de verlo y oírlo.
Frente a nuestros ojos tenemos una cantidad de bendiciones y un mundo de oportunidades, pero necesitamos que Jesús venga y ponga sus manos sobre nuestros ojos o meta su dedo en nuestros oídos y nos ayude a mirar y a escuchar las distintas melodías que trae la vida en cada amanecer. La guerra psicológica y espiritual que se desata sobre nosotros, nos impide mirar y escuchar las buenas noticias. A a través de medios de comunicación, redes sociales, debates políticos que desbordan odios y venganzas, nos convierten en certeras víctimas del pesimismo, la depresión y el caos como lo único que se vislumbra en el futuro.
Le pido a Dios que yo no insista en ser ciego y sordo, aún después de haberme sanado y de haber recibido la Buena Nueva que trae Jesús. Pido a Dios que me permita agradecer y mirar ese amplio océano a mi alrededor.
Amigo Universal