ACEPTO CON PAZ
Sábado 14 de diciembre de 2019
Lucía:
Son las 3:41 am, hace un poco de frío. Centro Loyola parece un oasis de quietud, los árboles se mecen con el viento creando un susurro que me abraza; me siento protegido y seguro. El cielo está estrellado. Hermoso fin de semana acompañando Ejercicios Espirituales.
Anoche, antes de salir de casa, te busquépara darte un beso, pero no te encontré… te lo doy ahora desde aquí. No ha sido fácil salirme del ruido, pero me era necesario hacerlo. Ya no soporto más ruido. Una vez has gustado del silencio te causa adicción pues descubres que es ahí donde encuentras tu estado natural, lo irónico es que mientras más necesitas más te cuesta entrar en él, mientras más sed, menos pasos das para ir a la Fuente. Esta madrugada, desde esta pequeña habitación, sin lujos y con las mínimas comodidades, me siento feliz. Feliz porque estoy con Él, porque lo siento alrededor de mí, porque me parece que lo toco, lo toco dentro de mí y en mí, fuera de mí y alrededor de mí (Salmo 139:5). Él lo es todo para mí.
Leyendo el librito de oraciones “Encuentro” de Ignacio Larrañaga, di por casualidad con una oración que tiene una pequeña nota, escrita a lápiz a un costado de la página que dice “Por mi hijo Sebastian: a 2 días después de su cirugía – 27 de julio de 2016”, parte de la oración dice así:
Acepto con paz
Las contrariedades de la vida
Y las incomprensiones de mis hermanos,
Las enfermedades y la misma muerte,
Y la ley de la insignificancia humana, es decir:
Que, después de mi muerte, todo seguirá igual
Como si nada hubiese sucedido.
Acepto con paz
El hecho de querer tanto y poder tan poco,
Y que, con grandes esfuerzos, he de conseguir pequeños resultados.
Acepto con paz la ley del pecado, esto es:
Hago lo que no quiero, y dejo de hacer
Aquello que me gustaría hacer.
Dejo con paz en tus manos lo que debiera
Haber sido y no fui.
Lo que debiera haber hecho y no lo hice.
Acepto con paz
toda impotencia humana
Que me circunda y me limita.
Acepto con paz
Las leyes de la precariedad y de la transitoriedad,
La ley de la mediocridad y del fracaso,
La ley de la soledad y de la muerte.
A cambio de toda esta entrega, dame la Paz, Señor.
Me trajo a la memoria tantas cosas que tu madre y yo hemos vivido y enfrentado juntos, tantas situaciones difíciles y tú siempre has estado ahí como el Ángel del silencio, quien te observa y te cuida, te acompaña y te escucha. Con tu presencia suave y tu mirada siempre dulce y llena de amor, me has dado fuerzas sin darte cuenta. La vida se resume en la aceptación, la entrega, en el amor genuino, en vivir para dar vida. Jamás lo olvides.
Te amo,
Tu papi
*CARTAS A LUCIA es un libro que preparo, que contiene unas 50 a 75 cartas para mi hija Lucía, a quien amo y admiro, quien es mi amiga y mi confidente.
Salmos 139:5 «Detrás y delante me rodeaste, Y sobre mí pusiste tu mano.» — Gracias por compartir tu experiencia del amor de Dios. Quizá no sea fácil aceptar muchas cosas que a diario nos suceden, aunque la perspectiva cambia cuando comenzamos a creer que es la mano de Dios moviéndose en nuestras vidas.