Meditando en la Resurrección

El sábado todo es silencio… ¡Jesús duerme! ¿y yo? ¿velo? ¿aún tengo esperanza? ¿he conservado la esperanza o la he perdido?

Es mi noche oscura del alma, como cuando me he perdido en la noche en el bosque o en el mismo desierto. Aquí es cuando puedo ver claramente mis carencias, mis heridas, mis sequedades. 

El silencio de Dios es también mi propio silencio y es también un misterio ¿por qué calla Dios? Porque ya lo habló todo, ya lo dijo todo en la vida de Jesucristo, ahora calla. Yo también quiero callar, quiero ponerme en silencio y encontraré a Dios… la esperanza me permite estar aún alegre.

¡TU ERES MI ESPERANZA, SEÑOR! 

Desciende, oh Jesús, a mis infiernos, baja hoy y libérame. Ven a estas zonas de mí donde no dejo entrar a nadie. Ven para que la luz de la Resurrección me devuelva la vida. Ven a mis zonas oscuras. Te abro mis infiernos, para que entres, me redimas, me sanes.

EL HA RESUCITADO!!!

Resurgir, alzarme una vez más ¡Alegrarme! ese es el significado de la Resurrección para mí.

«En mi cama, por las noches,
busqué al amor de mi vida.
Lo busqué y no lo encontré.
Entonces me levanté
y recorrí la ciudad
buscando al amor de mi vida
por las calles y las plazas.
Lo busqué y no lo encontré.
Pregunté a los guardias
que hacen la ronda de la ciudad:
«¿No han visto ustedes al amor de mi vida?»

Apenas me había alejado de ellos,
cuando encontré al amor de mi vida.
Lo tomé de la mano, y sin soltarlo
lo llevé a las habitaciones de mi madre»

El Amado dice:

Prométanme, mujeres de Jerusalén,
por las gacelas y cervatillos del bosque,
no interrumpir el sueño de mi amor.
¡Déjenla dormir hasta que quiera despertar!»

Cantares 3:1-5

¿Hasta que yo quiera despertar? ¿Qué quieres decir? ¿Resurgir, alzarme una vez más?…

Yo soy tuyo y para ti,
y gusto de ser tal cual soy
por ser tuyo
y para darme a ti.

Juan de la Cruz
Llama B 3,6

Resucítame Amado, llámame, invítame, enamórame. Resucítame de mis heridas, complejos y los malos hábitos que he ido acogiendo durante toda una vida. Jamás me vencerá la enfermedad, la vejez, la pandemia, la crisis económica, la misma muerte, si Tú y solamente Tú me resucitas.

Hoy, está prohibida la tristeza

¡Alegraos! ¡Él ha resucitado!

Una meditación personal, que comparte Amigo Universal

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