«Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo» (Efesios 1:3)
Bendecir, significa “decir bien”, hablar bien de alguien o de algo y Dios me bendice cada día con toda clase de regalos, dones y gracias. Él habla bien de mí, Él cree en mí, desde el mismo momento que abro mis ojos en la mañana y puedo respirar profundamente, desde el mismo momento que amo y le declaro mi amor, soy dichoso, vivo en el presente en una vida en “Tecnicolor”
Entonces mi oración no puede ser más que dar gracias por estar presente en el presente, por ya no estar en el futuro inexistente y permitir que se me vaya la vida sin haberla vivido
Señor, Yo te quiero dar gracias por todo, por los que dicen bien de mí, por amor a Ti, por todos los que me han hablado de Ti, por los que oran por mí y por los que sostienen mi fe cuando ésta flaquea. Gracias por el Reino de los Cielos, que no es otra cosa más que “Vivir en el presente”, es tener los sentidos dispuestos para percibir tu presencia. Quiero conocerte más cada día en ese encuentro diario, para sentirte cada día más dentro de mí.
«…por cuanto nos ha elegido en él antes de la fundación del mundo, para ser santos e inmaculados en su presencia, en el amor” (Efesios 1:4)
Tú me eliges, Señor, pero antes me invitas, yo decido ser elegido por Ti o rechazar tu invitación, yo decido ser “santo e irreprochable en tu presencia” por tu infinita misericordia hacia mí y por tu incomprensible Amor. Aceptar tu misericordia, tu perdón, tu compasión y tu ternura es el don que te pido, pues a menudo me resisto a ese amor… aceptarlo, es lo que me convierte en santo e irreprochable ante tus ojos, no mis obras con las que me justifico.
Soy sólo un habitante de la tierra y del tiempo, no entiendo el concepto de patria pues mi nacionalidad y ciudadanía no son de este mundo, soy de cualquier era, procedo de cualquier parte, soy todas las razas y todas las lenguas, mi único idioma, dialecto o lengua es la del amor. Dios susurra mi nombre desde la eternidad, un nombre cambiante con las edades, ese nombre es caricia, ternura y a veces reproche de que puedo hacer más por mí y por mis semejantes. Ese Dios que se fía de mí, que sabe que puedo volar más alto, ese Dios que me invita hoy a romper la coraza de mi yo, a estar presente en el presente, a estar atento, en cada instante del día a su Viva Voz. Él y solamente Él, es el artista que trazó mis rasgos e imprimió dentro de mí el eco de su voz, que ahora resuena. Él es el hortelano que plantó esa semilla y que me permite echar raíces en la tierra, abrir mis ramas a la vida y respirar amable el aire del mundo aún con todas sus contradicciones.
Estar presente en el presente es llenarme de tu esperanza, es vivir el Ahora, es ver la realidad tal cual es, abrazarla y aceptarla, es estar despierto y no insomne ni dormido, es saberme elegido para la vida, es ser el barro, dejarme moldear con alegría por ese Dios, por ese SER que me crea y recrea y me vuelve a hacer. Estar Presente en el presente es vivir mi vida en Tecnicolor.
amigouniversal.com , Diario de Meditaciones, 3 de enero 2021
«Estar presente en el presente es (…) ver la realidad tal cual es, abrazarla y aceptarla, es estar despierto…». Gracias por la reflexión. Me ha hecho pensar que el mejor de los servicios que puedo dar a Dios es en el presente, justo con los recursos con que cuento ahora.