«Porque la vida fue manifestada, y la hemos visto…»
1 Juan 1:2
¿Qué puede ser tan grande en nuestro día a día, que nos haga olvidar la mirada de Jesús luego que nos devolvió la vida? ¿Las amenazas, el peligro, la incertidumbre, los malos pronósticos, los tiempos de escasez?
Somos seres emocionales y las emociones no solo afectan nuestra actitud ante los eventos cotidianos, sino también nuestro estado de ánimo y nuestra salud. Nuestras emociones mejoran o empeoran nuestra calidad de vida y la de quienes nos rodean.
El miedo nos paraliza, el miedo obstaculiza nuestro proceso normal, nos saca de balance y nos lleva a hacer cosas que en «nuestro cabales» no haríamos. Es ahí donde quienes se hundían en una barca, el padre que tenía a su hija al borde de la muerte y la mujer que estaba a punto de morir apedreada levantaron su mirada para encontrar la mirada de Jesús, quien les devolvió la vida.
El Cristiano debe su vida a Dios y nada de lo que le rodea constituye un peligro al que será expuesto sin el consentimiento de Dios. Nuestros logros, nuestra salud, nuestros seres queridos, nuestros bienes, nuestros sueños y oportunidades comienzan y terminan en Jesús.
Volvamos nuestros ojos hacia Jesús para soltar y entregarle eso que ahora nos preocupa. ¿Acaso nos devolvió la vida para que se echase a perder? Rescató nuestras vidas porque valen y porque valen mucho más cuando son guiadas por su mano.
RM. colabora para amigouniversal.com
Justo este día estaba necesitando esta palabras, mi seguridad es Jesus