El 4 de agosto de 1909 nace Glenn Cunningham. Cuando tenía ocho años, Glenn sufrió un grave accidente al incendiarse la escuela donde estudiaba junto a su hermano Floyd de diez años, sus piernas sufrieron graves quemaduras por lo que los médicos recomendaron su amputación. En el último minuto sus padres insistieron y convencieron a los médicos que no le amputaran las piernas. Dándole unas palmaditas en el hombro, uno de los doctores le dijo: «Cuando el clima se mejore, te sacaremos al patio para que te sientes en una silla». Glenn respondió: «No quiero sentarme. Quiero caminar y correr, y así lo voy a hacer». Él había perdido todo el tejido muscular de las rodillas y las pantorrillas y los dedos de su pie izquierdo, además el arco de la espalda había quedado prácticamente destruido. Sin embargo, su gran determinación, junto con los masajes diarios que le daban sus padres, le permitió recuperar la capacidad de caminar. Aunque los médicos predijeron que nunca volvería a caminar, dos años después ya estaba corriendo. No corría muy rápido, pero corría. Cuando Glenn fue a la universidad, su deporte favorito era el atletismo. Y corría, no para probarles a los doctores que podía correr, sino porque era muy bueno haciéndolo. Más tarde tuvieron lugar las Olimpiadas de Berlín en 1936. Glenn no sólo calificó para participar, sino que rompió el récord olímpico de la carrera de los 1.500 metros. El niño que no estaba supuesto a caminar nunca más se convirtió en el ser humano más rápido del mundo. Lo que para el hombre es imposible, no es imposible para Dios y cuando aquellos determinan que harán algo con sus vidas, lo logran, tomados de la mano de Dios. Glenn que fue premiado mundialmente y logró Récords mundiales, tenía una cita preferida de la Biblia. Esta cita es Isaías 40:31 que dice así:
“… pero los que confían en el Señor
tendrán siempre nuevas fuerzas
y podrán volar como las águilas;
podrán correr sin cansarse
y caminar sin fatigarse”
Así como Glenn tomó esta cita para sí mismo, y fue su favorita y lo guio durante toda su vida, así esta cita puede transformar la tuya. Puede ser que en este momento te encuentras cansado y no puedas correr, inclusive, ni caminar. Pero Dios te regala esta cita y te dice que si confías en Él siempre vas a tener nuevas fuerzas. Quizá tus fuerzas no son las mismas de hace algunos años, o de hace tres meses, quizá semanas atrás, pero Dios ha venido hoy a darte nuevas fuerzas que no solo te permitirán caminar y correr sino también volar, volar sobre las circunstancias, volar sobre lo que estás pasando, volar sobre tus expectativas, porque ¿qué te has propuesto en estos días? ¿qué has pensado hacer cuando el tiempo pase? ¿cuáles son los obstáculos que has encontrado en tu camino en estos tiempos? Y la pregunta es ¿cuán arduamente estás luchando contra los obstáculos que vas encontrando? Christopher Morley dice “los grandes campeones solo son pequeños luchadores que siguen luchando” ¿dónde estás buscando las fuerzas para luchar? ¿cuál es tu campo de entrenamiento? Porque Dios ha venido hoy a darte nuevas fuerzas este día, sin embargo, aun cuando Dios tiene un regalo para ti, tú tienes que quererlo, que desearlo, que aceptarlo. Tienes que confiar. Porque la confianza te da seguridad, te da gozo, te da una paz interior que nada ni nadie puede quitarte. Si pudieras escribir en quién confías cómo responderías. Toma un pedazo de papel y respóndete ¿en quién estoy confiando? Y compara lo que has escrito en el papel con la invitación de Dios. Confiar en otras personas o cosas te restará fuerzas porque siempre te defraudarán. Al fijarnos en la cita, la Palabra habla de volar como las águilas, correr sin cansarse y caminar si fatigarse. Es como medio extraño que Dios me habla de volar, luego de correr y luego caminar y es porque Dios no nos exige ni tiene expectativas de nosotros y si no puedo volar, puedo correr y si no puedo correr, puedo caminar, lo importante es que seguiré de cara al sol, con la frente en alto y sin que nada pueda detenerme. ¿Dónde conseguirás estas nuevas fuerzas? En la meditación de la Palabra, la oración y la meditación profunda, la consagración, asistiendo a las celebraciones comunitarias virtuales. Pero comencemos caminando, para después correr y después volar. Como Glenn Cunningham, dile a quienes te dicen que ya no hay esperanza para ti “No quiero sentarme. Quiero caminar y correr, y así lo voy a hacer». La invitación de Dios es a que confíes en Él y por eso la oración de hoy es “Señor JESÚS yo confío en ti”
Alfonso Anaya, para amigouniversal.com
*fuentes Desafío de Mark Link y Wikipedia internet
Buenísima reflexión, con Dios todo se puede, muchas veces las situaciones diarias nos hacen sentir inválidos pero Dios nos recuerda que El puede hacernos volar día así lo deseamos y se lo permitimos!!!! Gloria a Dios